20.05.2017 06:25
Desde el año 1948, los ropones que portaban los “romeros de Albella” en sus peregrinaciones-peticiones de agua habían descansado, olvidados para la gran mayoría de las gentes. Estos últimos años yacían sobre los propios cayados romeros en un lateral de la ermita de San Urbez. Ya casi nadie los miraba, incluso mucha gente que visitabla la ermita no sabía que eran aquello “trapos” marrones y desgastados.
Pero los vecinos de Albella y Planillo no se habían olvidado de estas prendas, que siempre conservaron como uno de los últimos recuerdos de una devoción secular y de una encomienda prodigiosa a la hora de conseguir el don de las lluvias.
En agosto de 2016, los ropones, salieron de la ermita de San Urbez. No portados por los romeros, ni para ir a solicitar el agua, sino para ser dignificados y recuperados ante un deterioro que tan sólo unos pocos años atrás parecía imparable.
Se contacto con una persona residente en Ainsa, aunque de nacionalidad finlandesa, que ya había trabajado con recuperación de ropas y textiles antiguos. La labor de investigación fue ardua por su parte. Soivi (que así se llama) era muy consciente de lo que tenía en sus manos. No era una ropa cualquiera. Tampoco algo de una antigüedad enorme, aunque sí se sabía que podía rondar el siglo de antigüedad…pero el valor emocional, sentimental, espiritual de los últimos ropones que se conservaban era enorme. Inestimable.
Lo primero fue asesorarse de métodos de limpieza y productos adecuados. Restauradores de la propia Diputación General de Aragón y ella misma fueron elaborando un plan de trabajo a partir del estudio del propio textil, del que se obtuvieron pequeñas muestras iniciales. Unos ropones que estudiados detalladamente ofrecían ya arreglos y remiendos primitivos.Es posible que incluso existieran anteriormente y los últimos remiendos ya tuvieran ese siglo de antigüedad.
Hubo que realizar diversas limpiezas, bien en frío, bien en caliente…había restos de cera, de grasa, de escayola…sin contar con roturas, agujeros y descosidos. Además de los casi 70 años que llevaban sin uso, habían sido llevados en numerosas ocasiones por monte a través, siendo raspados, arañados por piedras y árboles…además de mojarse en muchas ocasiones en las que durante el camino de vuelta de los romeros ya se mojaba por la lluvia concedida.
Tras la precisa limpieza, intentar recomponer con materiales idénticos, o al menos, lo más parecidos en la actualidad la entereza de la propia prenda.
Un trabajo, ciertamente de precisión, pues algunas de las partes, sólo para limpiarlas había que darles un mínimo soporte, pues la prenda no admitía ni siquiera la limpieza bajo riesgo de desintegrarse literalmente.
El invierno y la primavera de 2017 fueron de trabajo exhaustivo, programado y minucioso…pero se acercaba una fecha clave, la del mes de mayo.
…en mayo, como suele ser habitual, se celebran en la ermita de San Urbez de Albella y Planillo, misa todos los sábados, previamente o a la vez que la romería anual, que se realiza el sábado de Pascua de Pentecostés (que siempre es entre mayo y junio).
Este primer sábado de mayo de 2017, día 6, era la primera. Los ropones estaban listos la semana de antes. Descansaban perfectamente custodiados y cuidados en una bodega de una casa de Sobrabe.
Los vecinos de Albella y Planillo, conocedores de la fecha, ya habían preparado adecuadamente el lugar de honor que en la ermita iban a tener. Arreglaron perfectamente la zona, encargaron un armario apropiado para recoger los ropones, instalaron la luz para poder admirarlos en su justa medida…hicieron todo lo que hacía falta hacer sin escatimar esfuerzos, personales y colectivos.
Este 6 de mayo de 2017 pasará a la historia de la tradición urbeciana y romera con letras mayúsculas.
A las 17:45 de la tarde, antes de comenzar la celebración, los ropones, con los cayados y rosarios de los “Romeros de Albella” lucieron en su ubicación actual. Encima del armario, para dar mayor realce, la antigua campana de la ermita, substituida por la actual hace pocos años.
La evolución de los ropones había sido espectacular. Pasaron de ser unos abrigos roídos, viejos y arrugados, casi apartados en un lado de la ermita, a ser unas prendas con vida propia, con sus cayados y los rosarios “cruzados sobre el pecho”, al igual que durante siglos los portaron los romeros.
Impresiona verlos así. Han recobrado la vida. Quienes los veáis por primera vez tras la restauración y dignificación, sentiréis a buen seguro, un escalofrío que recorrerá vuestra espalda, de la misma manera que notamos todos los que ese día volvimos a sentir la memoria y casi la presencia de tantos romeros que durante generaciones nos recordaron las palabras del santo al marchar de Albella…”mi cuerpo viene conmigo, que Albella guarde mi alma…”
P.D. Gracias a todos los vecinos que supieron mantener esos ropones, que tuvieron la sensibilidad de recogerlos y dejarlos en la ermita, gracias a la cofradía de Albella por el importante desembolso económico y gracias a todos los que de una u otra manera han aportado su ilusión y trabajo en este “pequeño – gran “ proyecto, el día 3 de junio de 2017, día de la romería, todos podremos compartir este legado milenario que representa para nosotros la intención de parecernos, aunque sólo sea un poco a aquel “buen pastor, santo eminente, frances y español dichoso…”
Desde el año 1948, los ropones que portaban los “romeros de Albella” en sus peregrinaciones-peticiones de agua habían descansado, olvidados para la gran mayoría de las gentes. Estos últimos años yacían sobre los propios cayados romeros en un lateral de la ermita de San Urbez. Ya casi nadie los miraba, incluso mucha gente que visitabla la ermita no sabía que eran aquello “trapos” marrones y desgastados.
Abajo, ropones antes de su restauración.
Pero los vecinos de Albella y Planillo no se habían olvidado de estas prendas, que siempre conservaron como uno de los últimos recuerdos de una devoción secular y de una encomienda prodigiosa a la hora de conseguir el don de las lluvias.
En agosto de 2016, los ropones, salieron de la ermita de San Urbez. No portados por los romeros, ni para ir a solicitar el agua, sino para ser dignificados y recuperados ante un deterioro que tan sólo unos pocos años atrás parecía imparable.
Abajo, ropones antes de su restauración.
Se contacto con una persona residente en Ainsa, aunque de nacionalidad finlandesa, que ya había trabajado con recuperación de ropas y textiles antiguos. La labor de investigación fue ardua por su parte. Soivi (que así se llama) era muy consciente de lo que tenía en sus manos. No era una ropa cualquiera. Tampoco algo de una antigüedad enorme, aunque sí se sabía que podía rondar el siglo de antigüedad…pero el valor emocional, sentimental, espiritual de los últimos ropones que se conservaban era enorme. Inestimable.
Lo primero fue asesorarse de métodos de limpieza y productos adecuados. Restauradores de la propia Diputación General de Aragón y ella misma fueron elaborando un plan de trabajo a partir del estudio del propio textil, del que se obtuvieron pequeñas muestras iniciales. Unos ropones que estudiados detalladamente ofrecían ya arreglos y remiendos primitivos.Es posible que incluso existieran anteriormente y los últimos remiendos ya tuvieran ese siglo de antigüedad.
Hubo que realizar diversas limpiezas, bien en frío, bien en caliente…había restos de cera, de grasa, de escayola…sin contar con roturas, agujeros y descosidos. Además de los casi 70 años que llevaban sin uso, habían sido llevados en numerosas ocasiones por monte a través, siendo raspados, arañados por piedras y árboles…además de mojarse en muchas ocasiones en las que durante el camino de vuelta de los romeros ya se mojaba por la lluvia concedida.
Tras la precisa limpieza, intentar recomponer con materiales idénticos, o al menos, lo más parecidos en la actualidad la entereza de la propia prenda.
Un trabajo, ciertamente de precisión, pues algunas de las partes, sólo para limpiarlas había que darles un mínimo soporte, pues la prenda no admitía ni siquiera la limpieza bajo riesgo de desintegrarse literalmente.
El invierno y la primavera de 2017 fueron de trabajo exhaustivo, programado y minucioso…pero se acercaba una fecha clave, la del mes de mayo.
…en mayo, como suele ser habitual, se celebran en la ermita de San Urbez de Albella y Planillo, misa todos los sábados, previamente o a la vez que la romería anual, que se realiza el sábado de Pascua de Pentecostés (que siempre es entre mayo y junio).
Este primer sábado de mayo de 2017, día 6, era la primera. Los ropones estaban listos la semana de antes. Descansaban perfectamente custodiados y cuidados en una bodega de una casa de Sobrabe.
Los vecinos de Albella y Planillo, conocedores de la fecha, ya habían preparado adecuadamente el lugar de honor que en la ermita iban a tener. Arreglaron perfectamente la zona, encargaron un armario apropiado para recoger los ropones, instalaron la luz para poder admirarlos en su justa medida…hicieron todo lo que hacía falta hacer sin escatimar esfuerzos, personales y colectivos.
Este 6 de mayo de 2017 pasará a la historia de la tradición urbeciana y romera con letras mayúsculas.
A las 17:45 de la tarde, antes de comenzar la celebración, los ropones, con los cayados y rosarios de los “Romeros de Albella” lucieron en su ubicación actual. Encima del armario, para dar mayor realce, la antigua campana de la ermita, substituida por la actual hace pocos años.
Abajo, armario y ropons restaurados.
La evolución de los ropones había sido espectacular. Pasaron de ser unos abrigos roídos, viejos y arrugados, casi apartados en un lado de la ermita, a ser unas prendas con vida propia, con sus cayados y los rosarios “cruzados sobre el pecho”, al igual que durante siglos los portaron los romeros.
Impresiona verlos así. Han recobrado la vida. Quienes los veáis por primera vez tras la restauración y dignificación, sentiréis a buen seguro, un escalofrío que recorrerá vuestra espalda, de la misma manera que notamos todos los que ese día volvimos a sentir la memoria y casi la presencia de tantos romeros que durante generaciones nos recordaron las palabras del santo al marchar de Albella…”mi cuerpo viene conmigo, que Albella guarde mi alma…”.
Abajo, bendición y ceremonia.
P.D. Gracias a todos los vecinos que supieron mantener esos ropones, que tuvieron la sensibilidad de recogerlos y dejarlos en la ermita, gracias a la cofradía de Albella por el importante desembolso económico y gracias a todos los que de una u otra manera han aportado su ilusión y trabajo en este “pequeño – gran “ proyecto, el día 3 de junio de 2017, día de la romería, todos podremos compartir este legado milenario que representa para nosotros la intención de parecernos, aunque sólo sea un poco a aquel “buen pastor, santo eminente, frances y español dichoso…”
Óscar Ballarín
Desde el año 1948, los ropones que portaban los “romeros de Albella” en sus peregrinaciones-peticiones de agua habían descansado, olvidados para la gran mayoría de las gentes. Estos últimos años yacían sobre los propios cayados romeros en un lateral de la ermita de San Urbez. Ya casi nadie los miraba, incluso mucha gente que visitabla la ermita no sabía que eran aquello “trapos” marrones y desgastados.
Pero los vecinos de Albella y Planillo no se habían olvidado de estas prendas, que siempre conservaron como uno de los últimos recuerdos de una devoción secular y de una encomienda prodigiosa a la hora de conseguir el don de las lluvias.
En agosto de 2016, los ropones, salieron de la ermita de San Urbez. No portados por los romeros, ni para ir a solicitar el agua, sino para ser dignificados y recuperados ante un deterioro que tan sólo unos pocos años atrás parecía imparable.
Se contacto con una persona residente en Ainsa, aunque de nacionalidad finlandesa, que ya había trabajado con recuperación de ropas y textiles antiguos. La labor de investigación fue ardua por su parte. Soivi (que así se llama) era muy consciente de lo que tenía en sus manos. No era una ropa cualquiera. Tampoco algo de una antigüedad enorme, aunque sí se sabía que podía rondar el siglo de antigüedad…pero el valor emocional, sentimental, espiritual de los últimos ropones que se conservaban era enorme. Inestimable.
Lo primero fue asesorarse de métodos de limpieza y productos adecuados. Restauradores de la propia Diputación General de Aragón y ella misma fueron elaborando un plan de trabajo a partir del estudio del propio textil, del que se obtuvieron pequeñas muestras iniciales. Unos ropones que estudiados detalladamente ofrecían ya arreglos y remiendos primitivos.Es posible que incluso existieran anteriormente y los últimos remiendos ya tuvieran ese siglo de antigüedad.
Hubo que realizar diversas limpiezas, bien en frío, bien en caliente…había restos de cera, de grasa, de escayola…sin contar con roturas, agujeros y descosidos. Además de los casi 70 años que llevaban sin uso, habían sido llevados en numerosas ocasiones por monte a través, siendo raspados, arañados por piedras y árboles…además de mojarse en muchas ocasiones en las que durante el camino de vuelta de los romeros ya se mojaba por la lluvia concedida.
Tras la precisa limpieza, intentar recomponer con materiales idénticos, o al menos, lo más parecidos en la actualidad la entereza de la propia prenda.
Un trabajo, ciertamente de precisión, pues algunas de las partes, sólo para limpiarlas había que darles un mínimo soporte, pues la prenda no admitía ni siquiera la limpieza bajo riesgo de desintegrarse literalmente.
El invierno y la primavera de 2017 fueron de trabajo exhaustivo, programado y minucioso…pero se acercaba una fecha clave, la del mes de mayo.
…en mayo, como suele ser habitual, se celebran en la ermita de San Urbez de Albella y Planillo, misa todos los sábados, previamente o a la vez que la romería anual, que se realiza el sábado de Pascua de Pentecostés (que siempre es entre mayo y junio).
Este primer sábado de mayo de 2017, día 6, era la primera. Los ropones estaban listos la semana de antes. Descansaban perfectamente custodiados y cuidados en una bodega de una casa de Sobrabe.
Los vecinos de Albella y Planillo, conocedores de la fecha, ya habían preparado adecuadamente el lugar de honor que en la ermita iban a tener. Arreglaron perfectamente la zona, encargaron un armario apropiado para recoger los ropones, instalaron la luz para poder admirarlos en su justa medida…hicieron todo lo que hacía falta hacer sin escatimar esfuerzos, personales y colectivos.
Este 6 de mayo de 2017 pasará a la historia de la tradición urbeciana y romera con letras mayúsculas.
A las 17:45 de la tarde, antes de comenzar la celebración, los ropones, con los cayados y rosarios de los “Romeros de Albella” lucieron en su ubicación actual. Encima del armario, para dar mayor realce, la antigua campana de la ermita, substituida por la actual hace pocos años.
La evolución de los ropones había sido espectacular. Pasaron de ser unos abrigos roídos, viejos y arrugados, casi apartados en un lado de la ermita, a ser unas prendas con vida propia, con sus cayados y los rosarios “cruzados sobre el pecho”, al igual que durante siglos los portaron los romeros.
Impresiona verlos así. Han recobrado la vida. Quienes los veáis por primera vez tras la restauración y dignificación, sentiréis a buen seguro, un escalofrío que recorrerá vuestra espalda, de la misma manera que notamos todos los que ese día volvimos a sentir la memoria y casi la presencia de tantos romeros que durante generaciones nos recordaron las palabras del santo al marchar de Albella…”mi cuerpo viene conmigo, que Albella guarde mi alma…”
P.D. Gracias a todos los vecinos que supieron mantener esos ropones, que tuvieron la sensibilidad de recogerlos y dejarlos en la ermita, gracias a la cofradía de Albella por el importante desembolso económico y gracias a todos los que de una u otra manera han aportado su ilusión y trabajo en este “pequeño – gran “ proyecto, el día 3 de junio de 2017, día de la romería, todos podremos compartir este legado milenario que representa para nosotros la intención de parecernos, aunque sólo sea un poco a aquel “buen pastor, santo eminente, frances y español dichoso…”