II/VII: San Urbeciana 2014: Buerba-Albella
El 28 de abril, lunes tuvo lugar la segunda etapa de la San Urbeciana 2014. Madrugamos en el refugio Guardafuentes de Buerba, de David y Raquel, para hacer una bonita excursión sin grandes desniveles pero larga. Pasaremos por el despobado de Nabarra, Yeba, Campol, Billamana, debajo de Lacort y Albella, para llegar a la preciosa ermita de San Úrbez en Albella, epicentro físico y religioso del duro peregrinar que los romeros de este pueblo de la ribera del Ara realizaban tanto a la ermita de San Úrbez de Añísclo como al gran Santuario de Nocito, en petición de agua.
Como es habitual, nos acompañará, como ya hizo en la cena de la noche anterior, Ricardo Lardiés, de casa Galbán de Buerba, alcalde pedáneo, compañía que es un lujo por la calidad humana de Ricardo y por el conocimiento físico, toponímico... que tiene del terreno. También hoy se suman Eduardo de la Cruz, su señora Carmen y su perro lapón Gos.
Abajo: la fuente de Buerba. Ana de Ballarín, Ricardo de Galbán, Álvaro el prior de la cofradía de Huesca...
Tomamos el limpiado camino de Buerba a Yeba pero ¡ojo! no el señalizado que discurre hacia el sur-suroeste del pueblo, sino el camino que pasa por sierra Nabarra, que sale de la plaza del pueblo en dirección oeste. Pasamos por la fuente de Buerba, y cruzando barranquetes entre un antropizado paraje de "faxas" y paretazos, nos unimos al camino que llega de Bió, camino romero. Desde ese cruce nuestros pasos discurrirán por los de los romeros, en su transcurrir de vuelta a Albella tras celebrar misa en petición de agua en la cueva de Sastral.
Pronto cruzamos el barranco y fuente de Nabarra, para llegar a la ubicación del despoblado en sí, situado en una costera, llena de espedregales, donde se levantaba la parroquial, luego ermita, de Santa Elena; ya en llano, en la collada de Joaquín Nerín y hacia el sur, en una suave loma se ubicaban los campos, aún está el cementerio en un bonito "cerrau".
Tras cruzar el barranco mortero y las ya clásicas grandes carrascas (ver foto) llegamos a monte Yeba, y descendemos a cruzar el Yesa. En una corta pero fuerte subida, después de haber dejado atrás la fotogénica finca de Santolaria de Yeba, alcanzamos este precioso y recuperado pueblo, del ayuntamiento de Fanlo. Este año nos recibe el tejado de teja, ya no de losa, de casa Martín.
Antes, en a güega entre Buerba y Yeba, Ricardo nos canta la jota de despedida y se vuelve a Buerba. Imprescindible ver el video de la jota de Galbán de Buerba en los campos de Pedro Miguel.
Una paradeta pero rápido llaneamos hacia el sur hasta A Cruzeta Yeba, donde almorzamos. Hemos dejado que se vaya por nuestra derecha el camino romero, que discurre básicamente por la pista, por Peña Cuta. Nosotros, después de almorzar, trazaremos el camino de las gargantas, más moderno pero cuyo precioso discurrir por piedra y agua vale muy mucho la pena.
Abajo: el animal sufría mucho, pero andaba. Marcando el paso, el perro Gos.
Abandonamos por fin las foces de este barranco, para iniciar la subida larga y tendida por el caxicar de Campol, hasta llegar a esta localidad, que en los últimos años está siendo re-habitada por neorurales.
Desde Campol en vertiginosa bajada y con sufrimiento de Carmen la de Eduardo por su rodilla, nos clavamos en la collada Pera, desde donde continuamos hacia el sur por terreno menos vertical, hasta pasar por Billamana, donde realizamos obligada visita a lo que queda de su bonita y coqueta parroquial.
Seguimos buscando el río Ara, y por A Espuaña llegamos al puente de Las Guargas, donde cogemos la cabañera que bordea todo el rato el ara buscando el puente colgante del Ara. Es digno de ver cómo el perro de Eduardo, Gos, ya mayor y para más INRI, de raza típica de Laponia, se clava en cada charco y badina que ve para refrescarse y descansar.
Abajo: Ricardo aún se maneja con agilidad, entre las terrazas de la sierra. Al fondo, sale el sol por Tozuals.
Al llegar al puente de Lacort, comida (ya nos espera José Luis de Bara con la furgoneta), buen vino escondido por Óscar como siempre, y siesta. José Luis y Eduardo tienen que subir a Buerba a recuperar el vehículo de éste, que han dejado allí.
Tras descansar, cruzamos el Ara por el puente, los bonitos campos de Recuengo (cuyas fincas eran mayoritariamente de Lacort a pesar de estar en el lado del río de Albella), y tras corta subida llegamos a la corona de Albella, bonitos planos areniscosos de campos y caxicos. La ermita de San Úrbez nos recibe en Albella.
Esa noche gozamos de la hospitalidad del pueblo, con gran cena y quemadillo de los romeros y de todos los habitantes, reunidos en casa Cebollero, la casa de los Silvinos (abuelo, padre y nieto). Es un placer sentir el apoyo y el calor de estas gentes: los de Cebollero, Ramón y su familia de Fuertes, los ingleses ya amigos, Fernando y Jesús de Villacampa, Lidio y su señora...
Los abuelos deben marchar a dormir a Fiscal a casa Bellosta, ya que su artrosis no les permite dormir en el duro suelo, y su fe no es lo suficientemente fuerte como para soportarlo, salvo Alfredo Ortas, que se sacrifica y hace penitencia acompañando a Inazier. Los demás tuvimos de lecho el duro suelo de la ermita en la inmejorable compañía del Santo y de las velas.
El día siguiente, con la compañía de Jesús de Villacampa, ascenderemos hasta 1.700 metros en las mallatas de Albella, y bajaremos, al otro lado de la sierra de Gabardón, hasta Laguarta. Pero eso, pra el próximo día....
Continuamos ahora con algunas imágenes más.
Abajo: carrascas del barranco Mortero. La insolación y orientación sur hace que tengan gran desarrollo, a pesar de hallarnos a cierta altura y en el Parque de Ordesa. La enorme riqueza de nuestro Altoaragón...
Abajo: mirada firme y paso sólido. Qué lejos estaban esos tiempos de ahora, en los que necestaría la ayuda eléctrica para poder ir en bici de montaña...
Abajo: cruzado el Yesa, tres imágenes clásicas del camino a su paso por la finca de Santolaria de Yeba, casa situada en la plaza, junto a casa Buesa.
Abajo: llegando a Yeba.
Abajo: el refugio de la Cruzeta Yeba, inicio del amino de Las Gargantas. Fernando Grasa, de Siétamo.
Abajo: Alfredo Ortas saliendo de las gargantas; al fondo se adivina la caseta de Martín Périz, de Campol.
Abajo: en el mismo lugar Antonio Rico, excelente compañero y andarín incansable.
Abajo: ya hemos dejado atrás Campol y la collada Pera, ahora discurrimos por la senda, recuperada recientemente por Arialla y el Club Atlético Sobrarbe, que nos lleva a Billamana.
Abajo: a pesar de los trabajos de repoblación, este trozo de camino aún ofrece un buen muro.
Abajo: por la cabañera a la altura de Lacort, con Miguel Ángel Azpiroz (segundo año que realiza la ruta entera) marcando el paso.
Abajo: aunque parecia que se fraguaba tronada sobre Nabaín y Sierra Ferrera, nos respetó el tiempo.
Abajo: a comer, en el puente Lacort.
Abajo: Gos con su dueña cruzando el famoso puente colgante.
Abajo: bonito campo cultivado, con el congosto de Jánovas al fondo, y Sierra Ferrera a la derecha.
Abajo: la caseta Morer, de esa casa de Lacort, con Nabaín al fondo.
Abajo: campos de Recuengo.
Abajo: campos de Recuengo, con Canziás al fondo.
Abajo: el sargento purgando pecados en el coro de la ermita de Albella.
Abajo: Isabel de Juan Domingo de Cerésola, incansable, charrando con Ana de Ballarín. Al fondo a la izquierda se ven los auténticos ropones o hábitos (gambetos les decían por aquí) de los romeros de Albella, que se colgaron para siempre en 1948.
Abajo: vista general de la ermita de San Úrbez. La Diócesis de Barbastro, creada en el siglo XVI, fue la que sufrió, proporcionalmente a su número, mayor mortandad de sacerdotes y religiosos en la Guerra Civil; algo parecido pasó con sus templos, de ahí el valor de encontrarnos con uno de los pocos que permaneció intacto en toda la Diócesis: la ermita de San Úrbez, propiedad de los vecinos de Albella y Planillo.
Abajo: la tercera edad retirándose al confortable hotel. San Úrbez les escondió la llave,, pero ni aún así se conmovieron sus pétreos corazones.
Abajo: antiguo retablo de San Quílez, que estaba en la arruinadísima ermita de su advocación, en el monte de Albella. A ambos lados de la talla de San Quílez, dos tablas alegoricas de San Úrbez: como pastor, y resistiendo las tentaciones del demonio.
Abajo: excelente colofón del día: la cena con los vecinos. Óscar, como siempre, ya dormido, Inazier, como siempre,, se anima con la buena comida y el buen vino; Eduardo y Carmen escuchan atentos. El marco, un lujo, la famosa sala de canto rodado de casa Cebolero.
Hasta mañana...