Desde tierras del Vero a San Úrbez de Nocito
Texto de Óscar Ballarín.
Normalmente los agradecimientos van al final. Pero hoy es imposible no empezar por esto. Hubiera sido imposible plantear el acoger al párroco de Alquezar, D. José María Cabrero, con “sus” feligreses que pudieron y quisieron acompañarle sin la ayuda de muchas personas, amigos del “grupo de San Urbez”.
Pero sí que haré un poco de historia para contextualizar lo que, sin duda, ha sido un día marcado en la historia del santuario de Nocito y la cofradía de San Urbez, de cada uno de nosotros, y porque no decirlo, de la sierra de Guara que quedó representada por un número de pueblos de su geografía bastante destacable.
En el pasado verano de 2014, el 19 de julio concretamente, se celebró la romería-ascensión a Santa Marina, en el monte de Bagüeste. Tengo el placer de acompañar a ese grupo de personas de pueblos de la zona, con su cura, “Cabrero” a la cabeza, desde hace varios años. Y es desde su cima desde donde siempre miro, y enseño a quien no lo conoce, un diminuto punto blanquecino hacia occidente, como un faro en el mar de montañas que nos rodean, y que no es sino el monasterio de San Urbez de Nocito. Siempre la gente quiere saber algo más…y este año surgió la pregunta ¿y porque no quedamos un día para ir a visitarlo?. Y el compromiso de recibirlos surgió ese mismo día, en ese magnífico mirador de Santa Marina: el segundo sábado de marzo, si Dios quiere, allí nos veremos.
No podía sino intentar corresponder en la medida de mis posibilidades a quienes también a mi me habían ofrecido el acompañarles a su “terreno”, a su “Santa Marina”.
Abajo: el gesto de ofrecer el vino, posiblemente uno de los más viejos de la humanidad. Antonio y Víctor.
Yo me ofrecí para hacer un primer plato, pues el segundo, carne a la brasa, lo haríamos en el momento…pero contaba con que la cofradía y el grupo de San Urbez me ayudarían. Podría parecer arriesgado contar con ellos sin preguntar, pero sabía que todos los de este grupo tenemos la misma ilusión por el santuario de Nocito, por conservarlo, enseñarlo, ayudar a mantener su memoria más que milenaria, a mostrar las tierras de nuestro santo Urbez, su ejemplo, a compartir con vecinos del “otro lado” de la sierra un santuario del que han oído hablar muchas veces pero que muy pocos conocían por dentro.
Abajo: a primera hora la nieve caía lentamente.
Y así fue cuando en enero les comunique a los miembros de la cofradía de este grupo el compromiso adquirido para este segundo sábado de marzo como día para recibir a los amigos del “Vero”, desde su nacimiento cerca de Las Bellostas, por Sarsa de Surta, Paules, Santa María de la Nuez, Almazorre, Colungo, Alquezar y Radiquero…y todos, sin dudar, dieron su apoyo para sacar adelante esta jornada.
Hubiera sido imposible, repito, sin contar con Álvaro, José María y Luisa (y su marido, también Álvaro) de la junta, Víctor y Alfredo de Nocito, Ignacio de Siétamo, el pueblo de Cabrero, y su mujer Paz de Coscullano, Isabel y Antonio, de Ceresola, Miguel Ángel de Huesca (eres un ejemplo para todos por tu humor “Yayo”).
Abajo: Álvaro (de Nocito) y José María (de Bentué), autoridades de la cofradía de San Úrbez de Huesca.
…De Ana, eterna sufridora de un servidor, que decir…no todos los días se hacen en una casa particular garbanzos para ¡75 personas!.
Todos ellos no solo estuvieron a la altura de las expectativas, sino que logramos entre todos que los 60 vecinos de los pueblos antes citados (y alguno que seguro me olvido, y me perdonen por ello) se sintieran realmente como en su casa. Verdaderamente la casa del “Sol de la montaña” se abrió ese día de par en par para hermanar a los, desgraciadamente, cada día menos habitantes de estas sierras. Gentes que sienten estas montañas en lo más profundo de su alma, al igual que hace más de mil años las sintió un humilde pastor que nos dejó un ejemplo imborrable y de cuya memoria hicimos nuestro rezo este sábado.
Abajo: Ana, Paz, Víctor -siempre entre féminas- e Isabel, primero en la cadiera y abajo en la cocina.
Mil gracias a todos los antes citados, pero también a José María Cabrero, porque nadie duda que es el cemento que aglutina cada piedra que es cada vecino de esos pueblos que tienen la dicha de tenerlo como párroco, y que entre todos acaban construyendo un verdadero edificio de armonía y unión.
Por lo demás, el día amaneció nevando débilmente, “marciscadas” sin mayor trascendencia, que dieron el toque de color a un día que acabó siendo radiante.
A las 9:30 nos citamos el grupo de amigos cofrades, y empezamos con las diversas tareas que había que hacer: la primera, claro, encender fuego y almorzar unas chullas de panceta que nos cargaron las pilas para el día que nos esperaba. A las 8:00, la panadería de Ainsa ya me tenía preparado 20 Kg. de pan cortado, “un poco gordo”, que las rebanadas finas dan sensación de ir escaso.
Los garbanzos venían hechos desde Ainsa, pues la tarde de antes, gracias a una buena amiga de Ainsa, Mamen que nos dejó la gran perola, y las instalaciones de “la Despensa” (sitio donde se vende auténtica comida casera para llevar, hecha en el día y con mucho cariño, para untar y chuparte los dedos), los dejamos preparados para que se asentara al guiso y estuviera en su punto. Como veis, son muchas las gracias que hay que dar.
Solo como dato y curiosidad, allí va lo que se puso:
17 Kg. de garbanzos (peso escurrido ya), 2 litros de aceite de oliva, 7 litros de caldo, 16 cebollas, 21 paquetes de tacos de jamón, 42 huevos duros, 8 chorizos de Escalona, 3 bolsas de almendras, 2 cabezas de ajo, medio bote de perejil y un poco de agua. Sin comentarios.
Abajo: distintas imágenes de la procesión.
Arreglar la iglesia, poner velas, flores, limpiar la capilla, ir asando los chorizos para añadirlos y hacer un último “chup-chup” al fuego, repasar los cuartos de baño, preparar el fuego de afuera para hacer dos equipos asando, poner la mesa para 75 personas, poner un tonel que se ha cedido a la cofradía y rellenarlo de vino viejo para las celebraciones…y ya un poco más tarde ir preparando la carne (dos corderos de Almazorre, buenísimos, de los que se dio buena cuenta, gracias a casa Castán), preparar la misa (decir que Cabrero llego una hora antes de empezar la misa, pero le hicimos almorzar para hacer hora. Tampoco se negó a la rusiente panceta)
Gracias de nuevo, a todos los que vinieron por lo mucho que trajeron, empezando por la ilusión de venir a un lugar tan alejado para ellos. Sin su visita y sus ganas de conocer al santo pastor no hubiera habido nada que celebrar.
El vino de Buera, de Eusebio, tinto para comer, blanco añejo para el melocotón, viejo para los postres.
Abajo: abajo, los dos sacerdotes, mosén Cabrero y mosén Batalla. Coincidió que era el cumpleaños del primero.
Hablar de los postres merecería un párrafo, pero lo resumiremos con los brazos de gitano y empanadicos que el cura subió de su pueblo y que donó párale grupo sin querer cobrarlos (lo de este hombre no tiene nombre, la bondad personificada), montones de postres caseros: rosquillas, pasteles de avellanas, tortas de manzana…no sabe uno que era lo mejor de todo.
A las 13:00 empezamos con una procesión desde el sitio donde fue quemado el cuerpo de san Urbez hasta la iglesia. La misa a continuación. Concelebran D José María, cura de Alquezar y D. Rafael Batalla, hijo y cura de Bierge. Las jotas que Cabrero dedicó al Santo, al santuario, a la sierra…todas nacidas de un corazón noble que sale a raudales por una voz que embelesa y emociona.
Durante la misa, el cura hace correr la noticia: no se puede quedar a comer, tiene un entierro a las cuatro en Radiquero. Todos sentimos que algo se nos escapa de nuestro interior. Pero todos conocemos al Mosén. Nadie le insiste. Sería el hombre más feliz del mundo comiendo con todos nosotros en junto a San Urbez, pero por nada del mundo faltaría a su obligación con la misericordia del funeral y la sepultura al fallecido. Su vocación es firme como las piedras de Guara que vigilan la triste despedida que nos vemos obligados a darle ante un compromiso inevitable para él.
Aún así da tiempo para que sople una vela en una tarta de cumpleaños que le han subido.
Abajo: algunas imágenes de la velada posterior, al calor del magnífico fogaril de la casa de romeros del Santuario, que tantas veces nos ha acogido. Reconocemos a nuestros amigos y colaboradores del grupo de San Úrbez Víctor y Alfredo, ambos de Nocito, y a Castán de Almazorre, Grasa y Cosme de las Bellostas...
Hicimos una pequeña visita con explicación al santuario, a la ermita de la Virgen, al camino por el que llegaban los romeros de Albella (había una señora nacida en Ligüerre de Ara que se emocionó con esta historia tan conocida para ella),
A las 14:30 a comer: más de 70 comensales, garbanzada, unas olivas para picar, carne asada y longanizas, melocotón con vino, café, vino rancio, mil clases de orujos y licores caseros de esa zona tan pródiga en este clase de espiritosos…animada conversación y la gente que se va retirando según le apetece volver a casa.
Durante la comida un equipo con Alfredo y Miguel Ángel en el fuego de adentro, Antonio y Víctor afuera. Paz, Isabel y Ana sirviendo la comida y fregando con el problema añadido de que esa misma noche se había dañado la conducción y no había agua corriente. Álvaro y José María atendiendo a los invitados, haciendo de anfitriones (y además luego recogieron todas las mesas permitiéndonos a los demás un rato de café tranquilo en el fuego), Luisa y Álvaro colaborando por las mesas también (sin contar los viajes de agua que hizo Alvaro con garrafas, bidones…para que hubiera para beber y fregar). Ignacio, un campeón sirviendo, atendiendo a la gente (aún así le dio tiempo para comerse medio hígado de cordero a la brasa, entre los garbanzos y la carne)y estando al pie del cañón como en pocas ocasiones lo habíamos visto. Un servidor, haciendo un poco de todo y un mucho de nada…pero procuré llegar a estar un poco con todos , atender las personas e intentar estar al tanto de que nada faltara. Ustedes me perdonen en lo que pudiera faltar o no hacer bien, pero no es que sea un profesional ni tenga experiencia en este tipo de “catering”.
Abajo: bonita estampa de Cabrero y Ballarín.
Se hizo tarde, no por recoger, sino porque el grupo de San Urbez, con amigos de Las Bellostas y Almazorre, apuramos la “bilada” que las cadieras y el hogar del santuario nos brindaron al amparo de un fuego que se apagaba con el día.
Llegamos a las 22:00 a las casas los últimos, a Huesca, Ainsa, Almazorre…pero con el espíritu henchido de amistad y felicidad. El santo, después de 1200 años, sigue obrando milagros, y este, sin duda, ha sido el penúltimo.
No puedo resistirme, aún cuando creo que ha quedado suficientemente claro, a volver a dar mis agradecimientos personales a todo el grupo de amigos que estuvisteis para recibir a las “gentes del Vero”. Creo que la memoria y la casa de San Urbez, con vosotros y un poco que intento poner yo no se apagará al menos por un tiempo: el que a nosotros nos toque vivir.
Hasta pronto.
La asociación cultural O Portal D´a Cunarda ha subido un vídeo muy majo a YouTube con jota como no podía ser de otra manera de Cabrero.
El diario del Altoaragón publicó una bonita reseña, cuyo resumen puedes leer aquí.
Radiohuesca.es también ha hecho una bonita reseña.
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