Curiosidades de la arqueología...
Según la tradición, San Úrbez tuvo su encuentro con los habitantes de Sercué, primer pueblo para el que sirvió de pastor, en A Ripareta, allá en la boscosa pradera que crea el barranco de la Pardina en su desembocadura en el Bellós. Les cayó bien a los habitantes de Sercué, refugiados en esas fragosidades con sus ganados para huir de depredación de moros, y rápido le confiaron conjuntamente sus rebaños.
Ahora la arqueología ha detectado en las los abrigos de la cabecera de La Pardina, viejos "zillos", habitamientos pastoriles que datan de miles de años. Ello parece señalar que en estos bosques y pastizales en la época benigna del año se ejercía una actividad pastoril, probablemente asociada a cabras y ovejas.
Nada que no se supiera, que el ser humano llegó un momento en su evolución en el que dejó de perseguir los rebaños itinerantes para poco a poco asentarse dominando en parte algo de agricultura y avanzando en la domesticación de animales, y que la importancia de la alternancia pastos de altura en verano y pastos de invernada en la época fría ha sido siempre muy alta.
Pero no podemos evitar la evocadora visión del mozo Úrbez, allá en estos abrigos haciendo fuego, cuyos rescoldos en la actualidad pasarán por la prueba del carbono 14..., disfrutando de sus soledades, mientras la tronada se fragua en las cimas de las cercanas Treserols...